Envío gratis en pedidos a partir de 500€

Aurum Bikes

BAILANDO CON LOBOS

Llevando a la bicicleta Aurum Magma Arctic White, la loba blanca, a su hábitat. Rumbo norte, desde Barcelona a Vallter 2000.

Rumbo norte. Hasta que caiga el sol.

Es la idea que a Ismael (Velodrom Barcelona) se le ocurría a principios de diciembre. Varios destinos como opción, todos con una cosa en común. La nieve.

Tras comentar esta idea en la mesa redonda de Velodrom Barcelona, David empezó a maquinar. Mover cuatro hilos, liar a cuatro ciclistas, dos fotógrafos, planificar una ruta épica y tratar de buscar el día con mejor meteorología.

Todo estaba listo.

Cinco ciclistas. Cinco Aurum Magma. Loba blanca incluida. La nueva bicicleta Magma Arctic White.

De Barcelona a Vallter 2000, recorriendo doscientos veinte kilómetros y ascendiendo cuatro mil seiscientos metros de desnivel para llevar a la nueva bicicleta Aurum Magma Arctic White a su hábitat.

Salida 30 de diciembre

Treinta de diciembre. Salida a las 8:00 am desde Velodrom Barcelona. David, Sergi, Oriol, Enric e Ismael pedaleando, Jose y Xavi capturando. El rumbo estaba claro y el ritmo no podía ser excesivamente tranquilo. Las horas de luz dan para lo que dan en esta época del año.

Escapamos de Barcelona por el Coll de la Ventosa para ir en busca del Vallès. Rodar e ir cogiendo ritmo antes de afrontar el primer tramo largo de subida del día. Desde Caldes de Montbui hasta lo alto de Can Taló pasando por Sant Miquel del Fai.

La Plana de Vic esperaba reluciente. La niebla, en un primer momento, no parecía tener ganas de aparecer. El ritmo de los cinco era alegre y los kilómetros iban pasando realmente rápido. David tenía preparada una buena dosis de caminos rurales por los alrededores de Vic, algo que hizo todavía más amenos los quilómetros en la zona intermedia de la ruta.

Tratando de evitar la ciudad de Vic por los caminos rurales de las poblaciones colindantes. Taradell, Sant Julià de Vilatorta, Folgueroles, Tavèrnoles… Evitamos la ciudad, pero finalmente no pudimos evitar la niebla. Durante unos kilómetros nos adentramos en ella y la temperatura bajó considerablemente.

Tocaba remontar desnivel y con ello escapar de la típica niebla de la Plana. Ya todos pensábamos en la parada que teníamos prevista en Rupit. Pero antes nos esperaban más carreteras rurales realmente espectaculares que nos adentraban en El Cabrerès y algunas de sus poblaciones. Paisajes totalmente abiertos y un sol radiante que incluso calentaba un poco más de lo normal para ser treinta de diciembre.

El peligro de las carreteras rurales

Las carreteras rurales tienen su riesgo. Y es encontrarte algún tramo donde el asfalto, cemento o grava no esté en las mejores condiciones. Unos kilómetros después de pasar por la población de Tavertet el buen asfalto pasó a ser cemento roto. En ese tramo Enric tuvo la única avería que tuvimos durante toda la ruta. Sólo podía pinchar él.. ¡El juvenil!

KM 130

Solventadas las averías y superado el tramo con asfalto roto ya teníamos a tiro de piedra la parada en Rupit y la coca de su típico forn de pà. Con ciento treinta kilómetros y dos mil seiscientos metros ascendidos tocaba comer algo tranquilos y coger fuerzas para la parte más dura del recorrido. Nos esperaban noventa quilómetros con dos mil metros positivos.

De las paradas lo único malo es volver a arrancar. Pero no podíamos despistarnos. Vuelta al lío con la visita de Pep, que desde Olot vino a buscarnos a Rupit para compartir kilómetros y ayudar con unos relevos por la Garrotxa, donde bajaríamos desde el Coll de Condreu. Bajada delicada, húmeda y sombría donde no tomamos ningún tipo de riesgo. Bajar tranquilos, digerir bien la parada que habíamos hecho minutos antes y pensar ya en el siguiente puerto: Capsacosta.

Capsacosta se iba a convertir en una barrera. David y Oriol mantenían sus fuerzas. A Enric, Sergi e Ismael se les empezaban a encender las luces de emergencia. Capsacosta no es un puerto duro, pero el ritmo previo, los kilómetros y el desnivel acumulado empezaban a pasar factura. Subir a un ritmo sostenido, comer y beber era la única opción para tratar de sobrepasar este puerto e ir en busca del Ripollès.

Tramo final

Momento de afrontar el final. Aproximación hasta Setcases y pensar en Vallter 2000. Las fuerzas estaban al límite y quedaba lo peor.

Doce kilómetros al 7% de media. Pendientes máximas del 12%.

Sergi no puede más. Sus piernas han dicho basta. Ismael con rampas continua. David al lado de Ismael diciéndole que “por tu suegra que llegas arriba”, mientras le ayudaba con algún empujón. Enric haciendo eses para superar los primeros kilómetros realmente duros. Oriol subiendo a su ritmo.

Por suerte, tras superar los tres primeros kilómetros y llegar a “la barrera” de Vallter 2000, el puerto suaviza. Las pendientes por encima del 10% acaban y podemos ir subiendo, lentos, pero sin el dolor de los kilómetros previos.

Una aventura para recordar

Sobrevivir hasta lo alto de Vallter 2000. Cada uno a su ritmo, con sus pensamientos, disfrutando a su manera de estar superando una aventura para recordar.

El cielo estaba espectacular. La noche estaba a punto de caer. La montaña totalmente en silencio. Silencio roto por nuestros gritos de ánimo mútuo. Vallter 2000 era nuestro.

Todos habíamos coronado este puerto en alguna ocasión, pero nunca en estas condiciones.

Eran las seis de la tarde cuando Ismael, tras David, Oriol y Enric, llegaba a lo alto del puerto.

Estábamos arriba. Lo conseguimos.

Felices y destrozados.

Doscientos veinte kilómetros.

Cuatro mil seiscientos metros de desnivel positivo acumulado.

Ocho horas y media de tiempo en movimiento.

Cinco valientes.

Dos fotógrafos.

¡Una experiencia más para recordar!

Fotografía por Tour Pics Xavi Derch